Según la consultora internacional Boston Consulting Group, entre los años 2006 y 2012 Ecuador fue el país petrolero que más efectivamente fue capaz de transformar su riqueza petrolera en bienestar para su población. La medición toma en cuenta la evolución de 43 indicadores y da una visión multidimensional del bienestar cuantificado por medio del índice SEDA. Dentro de Sudamérica Ecuador es el segundo de mayor crecimiento en el ranking de SEDA, solo superado por Uruguay. Por otra parte, Venezuela es el país de menor progreso en la región, lo que señala que la aplicación de adecuadas políticas públicas y la efectividad del gasto público difieren sustancialmente de los discursos políticos.
Existen ocasiones en que adecuadas políticas
públicas no vienen acompañadas de un discurso político que sea capaz de seducir
a los votantes. Lamentablemente, en la mayoría de ocasiones, los votantes
deciden en función de discursos políticos siendo incapaces de reconocer a los
gobiernos que serían los más idóneos para implementar un gasto público que se
maneje de manera adecuada, siendo efectivo en generar bienestar para la
sociedad.
En Ecuador existen varios discursos políticos
que dado a las creencias de los ecuatorianos no son compatibles con la
implementación de adecuadas políticas públicas. Uno de estos, es la crítica a
los “paquetazos”, entiéndase retirar subsidios a combustibles fósiles, discurso
político común del actual gobierno, que en reiteradas ocasiones se ha jactado
de jamás haber revisado el precio del gas, diésel y la gasolina en los 8 años de gobierno.
Sin embargo, el no revisar estos montos no es una adecuada política pública
porque lleva a un cuantioso desperdicio de recursos públicos que podrían ser
mejor empleados en otros fines.
Los datos de SEDA hablan bastante bien de
Ecuador, y son el reflejo de haber acertadamente invertido impuestos y los
excedentes del petróleo en educación, salud e infraestructura productiva
(carreteras, hidroeléctricas, telecomunicaciones, etc). Pero la interrogante
surge por saber que le espera al país ahora que ya no se cuenta con excedentes
del petróleo que apalanquen la generación de bienestar. Según el presidente
Rafael Correa el costo de producir un barril de petróleo para Ecuador están en
alrededor de 23 dólares pero un precio menor a 39 dólares, lleva a que el
gobierno no tenga excedentes petroleros, ya que se gastan alrededor de 4,000
millones de dólares en subsidiar combustibles.
Los 4,000 millones de dólares anuales que se
gastan en subsidiar combustibles claramente debería utilizarse en fines más
prioritarios para el país, con estos por ejemplo se podrían construir 800
Colegios del Milenio, o financiar el equivalente a dos metros de Quito. Es bien
sabido que el subsidio a la gasolina beneficia más a los ricos que a los
pobres, congestiona las ciudades y es nocivo para el medio ambiente porque
lleva a un uso irracional del recurso. Por ello, la CEPAL ha calculado que el
retiro de este subsidio generaría un aumento de bienestar al reducir externalidades negativas dadas una mejor racionalización del recurso, lo que liberaría
fondos para fines más convenientes.
La única razón por la que el subsidio a la
gasolina no ha sido retirado es porque políticamente resulta rentable explotar
el uso de la palabra “paquetazo”, se dirá que subir el precio de la gasolina tiene
un impacto inflacionario. Sin embargo, esto no es cierto Venezuela es el país
que más recursos desperdicia subsidiando este bien en Latinoamérica y es
también el país con la inflación más alta del continente, por otra parte Perú y Colombia no subsidian este bien y cuentan con inflaciones controladas. Ecuador no se puede dar el lujo de seguir
desperdiciando recursos públicos siendo que se ha demostrado que sí estos se
focalizan a educación, salud e infraestructura productiva el gasto público si
genera un aumento del bienestar para la población.
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