El presidente Rafael Correa en
una de sus habituales sabatinas relataba que Ecuador está en un nivel de
subdesarrollo en el cual: si bien se sabe
cuáles son los problemas, no se sabe cuáles son sus causas y por ende no se
comprende cómo solucionar los males que aquejan a la sociedad. A modo
jocoso relataba que: Ecuador sabe que le
duele la muela pero lamentablemente acude al ginecólogo en búsqueda de aliviar
su dolor.
La anterior analogía, aunque
dolorosa es cierta. Es así que en Ecuador desde el 2007 se estableció una
política de precios de hidrocarburos totalmente irresponsable como una supuesta
medida anti-inflacionaria. El precio de la gasolina fue congelado en 2 dólares
por galón, generando así una política de transporte público que si bien en
términos monetarios es muy conveniente para el usuario conlleva un gran costo
económico (entiéndase que el costo económico es aquel que va más allá del
simple costo contable al tomar en cuenta el costo de oportunidad y la
incorporación de los costos asociados a la existencia de externalidades de ser
el caso).
Siguiendo dicha política, el
actual gobierno ha destinado para el
subsidio a la gasolina un total de 4,966 millones de dólares entre el periodo
de 2007 y 2013, por lo cual haciendo uso del concepto de costo de
oportunidad -comparativo de la cantidad de recursos que se emplean en
determinado rubro frente al de las alternativas más rentables que se dejan de
realizar-, se puede determinar que el haber mantenido este enorme subsidio le
ha costado al país el no contar con 993
nuevos Colegios del Milenio, o el equivalente a 3,3 veces lo que se presupuesto para el Metro de Quito, obra que al
parecer tiene graves problemas de financiación ante la apertura de ofertas
públicas que rebasan con creces la planificación inicial (Ver Tabla 1).
Tabla 1
El otro costo que se debe de tomar
en cuenta es el costo de las externalidades. Este costo es más difícil de
calcular ya que conlleva a técnicas más sofisticadas de cálculo que comprenden
evaluar las pérdidas asociadas al bienestar social, lo cual ocurre cuando
individuos consumen cierto bien que puede afectar a terceros de manera
indirecta e involuntaria. Para el caso de la gasolina existen externalidades
negativas asociadas a: mayores niveles de polución, mayores niveles de
congestión vehicular -con sus determinados costos de pérdida de tiempo en los
traslados-, además de los asociados a la pérdida de vidas humanas producto de
mayores niveles de accidentalidad. Para muestra de lo anterior ver el estudio
de CEPAL“El impuesto a la gasolinas, Una aplicación para el
Ecuador, El Salvador y México”, organismo técnico que recomienda que
Ecuador desmonte el subsidio a la gasolina con el fin de aumentar el bienestar
de su población.
Por lo ya visto anteriormente,
debería de ser claro que quitar el subsidio a la gasolina es técnicamente lo
correcto, sin embargo es recurrente escuchar por parte de quienes hacen o han
manejado la política pública en Ecuador el “razonamiento” de que el mantener el
precio de la gasolina subsidiado es lo que mantiene baja la inflación. Esto es
una falacia, la gasolina se usa sólo marginalmente en los procesos productivos,
pues los buses y los camiones de carga funcionan con diesel; siendo fácil
diferenciar entre un subsidio al diesel -que si sería prudente mantener con
fines antiinflacionarios pese a su alto costo monetario- y otro a la gasolina
(Ver Gráfico 1). Este segundo, resulta
sumamente costoso e ineficiente porque en realidad financia un sistema de
TRANSPORTE PRIVADO, demandando una alta ocupación de espacio en superficie ya
que la tasa de ocupación vehicular es inferior a las 2 personas por vehículo.
Tomando en consideración los
datos del Banco Mundial, se observa que subsidiar la gasolina no es
necesariamente una buena política anti inflacionaria. Venezuela es un país en
donde el precio por galón de la gasolina pasó de 45 centavos de dólar en el año
2000 a 8 ctvs de dólar en el 2012; sin embargo pese a la fuerte caída del
precio de la gasolina (-83%) aún mantiene una tasa de inflación anual que no ha
bajado de dos dígitos durante los últimos 12 años. Por otra parte durante el
mismo periodo en México existió un incremento del 39% en el precio por galón de
la gasolina, que evolucionó de 2.35 dólares en el año 2000 a 3.26 en el año
2012 y la inflación se ha mantenido en promedio cercana al 5% anual, lo cual
claramente desvirtúa que para mantener una baja inflación se debe de incurrir
en subsidios con un alto costo ambiental.
En varias intervenciones, el
presidente Rafael Correa ha manifestado que:
El orden mundial es injusto e
inmoral ya que el consumo del primer mundo tiene repercusiones ambientales
sobre el tercer mundo, este último quien surte al primer mundo de materias
primas baratas dado que las grandes multinacionales son las que explotan los
recursos naturales a cambio del pago de tarifas insuficientes, pues no toman en
cuenta el costo del impacto ambiental que causan. Sin embargo, lo real es
que el costo monetario por emitir CO2 asociado a la quema de gasolina en E.E.
U.U. o en cualquier otro país del norte occidental es no menos de un 150%
superior al costo que se tiene por contaminar en Ecuador, donde el precio del
galón de gasolina apenas llega a 2 dólares cuando el precio a nivel mundial del
combustible es superior a los 5 dólares por galón. Por lo tanto, el
presidente al mantener el subsidio a la gasolina es uno más de los tantos
“ecologistas infantiles” que él tanto critica, habla mucho pero hace poco
por tratar de reducir la emisión de CO2.
De hecho el costo por contaminar
en Ecuador es muy inferior al de los países vecinos Perú y Colombia, quienes
con niveles de desarrollo similar al nuestro cobran a sus ciudadanos 6.18 y
4.85 dólares por galón de combustible, lo cual anula el justificativo de
mantener tarifas subsidiadas amparadas en los bajos ingresos de la población.
Lo cierto es que desde la ciencia económica la gasolina es catalogada como un
bien complementario al del vehículo de uso particular, el cual es un bien de
lujo y que sólo está disponible cuando los ingresos de una persona así lo
permiten. Según las encuestas de Latino Barómetro, en Ecuador sólo el 22,96% de
los hogares cuenta con un vehículo de uso particular, siendo así que este es el
medio de transporte que predomina en los hogares de ingresos altos como lo
muestra la tabla 2, lo cual claramente
implica que la gasolina es un subsidio regresivo.
Tabla 2.
El carácter regresivo del
subsidio a la gasolina es tal que por ejemplo un individuo que está en
capacidad de comprar un vehículo 4x4 como una Ford Explorer, cuyo costo
sobrepasa los 50 mil dólares, recibe un subsidio mensual de 181.16 dólares.
Entiéndase que para recorrer un total de 20,000 km al año y con un rendimiento
de tan solo 23 km por galón, se necesita de 72.46 galones de combustible al mes
mientras que el valor del subsidio -acorde al costo de oportunidad de vender un
galón de gasolina en el mercado internacional frente a hacerlo en el mercado
interno- es de al menos 2.5 dólares por galón.
Comparar el subsidio que recibe
el propietario de este tipo de vehículo con el costo de subsidiar a una madre
cabeza de familia quien recibe un “Bono de Desarrollo Humano” -50 dólares
mensuales- demuestra con claridad lo mal asignado que esta el gasto público y
que no basta simplemente con aumentar los rubros presupuestales para salud y
educación. Por lo anterior, es
notorio que si se puede recortar gastos que claramente son ineficientes, no con
el afán de recortar gasto público per se sino con el objetivo de invertirlos de
una forma más efectiva, de tal modo que se reviertan las injustas desigualdades
sociales (entiéndase que son 252 Colegios del Milenio al año los que
hipotéticamente se dejan de construir por mantener el subsidio a la gasolina,
en la actualidad son menos de 50 los Colegios del Milenio que están operando.)
Como se ha demostrado en el
análisis, subsidiar la gasolina es una
receta del ginecólogo para curar un dolor de muela, pero en honor a "la verdad, solo la
verdad y nada más que la verdad" cabe manifestar que revertir el subsidio
a la gasolina es una política que podría ser implementada tanto por el
oficialismo como por la oposición, por lo cual, no es justo creer que el único
ginecólogo queriendo curar dolores de muela es quien habita en Carondelet. Si
bien el presidente por decreto ejecutivo podría recortar el subsidio a la
gasolina mediante un alza de su precio, también es cierto que en menos de dos
semanas los alcaldes Jaime Nebot y/o Mauricio Rodas, dado a que cuentan con
mayoría en sus respectivos consejos, podrían revertir el subsidio a la gasolina
colocando una tasa a este bien y de esta forma hacer uso del poder autonómico que el COOTAD les dio.
Esta segunda solución, sería
incluso económicamente más eficiente pues aumentaría la autonomía financiera de
las grandes urbes en Ecuador. Con una tasa a la gasolina -transporte privado-,
ambos municipios podrían financiar el subsidio de medio pasaje para los
estudiantes y la tercera edad, estableciendo así las respectivas compensaciones
para los prestadores del transporte público, que con todo derecho y ante la
ausencia de subsidios para sus labores exigen un alza de pasajes a una tarifa
que no se ha incrementado por más de 10 años, lo que les ha obligado a brindar
un servicio de pesima calidad incurriendo en la competencia del centavo que
finalmente perjudica al ciudadano por lo famosos correteos.
Así mismo, una tasa municipal a la gasolina generaría mayores recursos para
financiar mecanismos de transporte público y vialidad tales como: el Metro y
los 4 metro-cables, que Mauricio Rodas oferto en campaña electoral, o los 4 puentes para conectar a Guayaquil
con Durán más una extensión de la Metrovía, que visiblemente se encuentra
colapsada. Estas obras son con creces más importantes para la calidad de vida
de los ciudadanos del común que el cuidar el bolsillo de los pocos propietarios
de vehículos 4x4, por lo tanto se les agradeceria a las autoridades de turno
que piensen un poquito más allá del costo político, Ecuador debe y merece
desarrollarse, finalmente cambiar el
futuro del país no es una decisión técnica, es una decisión política que
acarrea costos políticos.
Banco Mundial
Banco Central del Ecuador
Latinobarómetro
Muy buen análisis, te felicito por compartir información así.
ResponderEliminarTengo una pregunta, si bien es cierto que con quitar el subsidio se alcanzara reducir contaminantes atmosféricos, pero como compensar la necesidad de por ejemplo: Taxistas que viven de su vehículo a gasolina ? Lo mas probable es que suban su tarifa, pero ya las personas pensaran 2 veces si usar un taxi o un bus urbano.
Saludos.